lunes, 7 de octubre de 2013

Yo te ayudo. Seguro?

Es curioso, pero no casualidad.

Desde que empezó la crisis todo el mundo tiene la solución para sacarte del atolladero, para que tú negocio sea el mejor, para que tus operarios sean maquinas perfectas de producir, incluso para que sepas como hundir el taller de enfrente, justificando esta actitud como que si consigues que el cierre mejor para ti (si cierra la competencia mejor para ti sí, ¿pero qué tu aportes a que a alguien le vaya mal? Con perdón de la palabra, eso es de ser un cabrón)

 

Han proliferado las empresas que te auditan, que imparten formación empresarial para que la producción sea mejor, para que no se gaste ni un céntimo de más en el cuarto de pintura y que el remache que no ha cogido bien y tienes que tirar se lo “trague” el operario porque eso significa ¡¡GASTO!! Y estamos en CRISIS.

 

Por supuesto como sabéis estoy de acuerdo en auditarnos (si pudiera ser auto auditarnos mejor), soy el primero que no le gusta malgastar material, ni derrochar un gramo de pintura. El no gastar innecesariamente, apagar las luces del baño cuando te has lavado las manos o cuidar el gasto de agua. Son detalles que tengo yo y millones de trabajadores en todo el mundo.

De hecho creo que un código deontológico que recoja aspectos lógicos de cómo actuar y comportarse es una buena base sobre la que cimentar estos aspectos.

 

Ahora bien no solo con los detalles que puedan tener los operarios se va a salvar la empresa, necesitamos trabajar todos de la mano como un gran equipo en una mele. Si cada uno hace su guerra, si las empresas prefieren oír al salvador de turno que le quiere vender la última novedad del mercado antes que a su trabajador que sufre a diario los tiempos muertos o ve los cuellos de botella. Así lo único que conseguiremos es tener un taller súper equipado con gente hastiada de trabajar en él.

 

Favorezcamos la colaboración, la implicación, el trabajo en equipo, seamos claros con los objetivos, trabajemos en armonía, creemos un buen ambiente de trabajo, empecemos a escucharnos y aportemos nuestro granito de arena para que nuestro taller sea un sitio en el cual los profesionales quieran trabajar y los clientes quieran reparar.

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